Si le preguntamos a un estudiante de cualquier colegio cuál es su rol dentro de su clase o de su grupo de amigos, después de una pequeña vacilación, sin duda nos podrá contestar con seguridad. Este hecho tiene mucho que ver con la psicología de las personas.
Todos los estudiantes, igual que el resto de las personas, tenemos nuestra propia función dentro de un grupo; es nuestra manera de sentirnos importantes y necesarios, a veces imprescindibles, para ese grupo. Y es que, a la vez que necesitamos como humanos formar parte de un grupo, también necesitamos de la misma forma sentirnos importantes a nivel individual dentro de este.
Es por este motivo que dentro de cualquier clase podemos encontrar siempre al empollón, a la líder, al guaperas, a la deportista, al charlatán... igual que también podemos encontrar al pillo, a la perezosa o al que siempre saca malas notas... Parece que unos adjetivos o “etiquetas” son buenos y otros malos, pero todos sin excepción cumplen también un propósito necesario: determinan nuestra función o nuestro rol dentro del grupo. “Sí, de acuerdo, soy el que se porta mal, pero fíjate, tengo una función dentro del grupo, soy importante”. Seguramente el niño o la niña no ha elegido libre y conscientemente esta función, pero es la que por distintas circunstancias ha acabado desarrollando y ¡Ojo que esto es importante!... todo el mundo espera que siga desarrollando.
Atención que ahora viene la parte más relevante:
Cuando un niño o un adolescente está motivado para mejorar su comportamiento o su actitud en relación a los estudios, por ejemplo, (un tema que abordamos con más detenimiento en el artículo. “5 ejercicios de crecimiento personal para ayudar a tus hijos a aumentar su rendimiento escolar”) uno de los primeros pasos que debe hacer es cambiar su “etiqueta”, su rol dentro del grupo. El éxito de este cambio dependerá de su voluntad, pero también de la ayuda que pueda recibir de su entorno: de su familia, de los profesionales que le puedan estar acompañando, de sus amigos y compañeros de clase, de sus profesores, etc.
Pero claro, ¿qué sucede por ejemplo con estos compañeros de clase?, ¿qué sucede con los demás integrantes de este “grupo clase” del que hablábamos al principio? Pues lo que sucede es que el resto de los estudiantes esperan que te comportes como siempre, que si eres el charlatán sigas hablando y hablando sin parar, porque esa es tu función, es tu “etiqueta”, es tu rol dentro del grupo y nadie interpreta que esto pueda cambiar. ¿Por qué debería cambiar? Y por eso le pondrán trabas a su cambio. Con comentarios, con su actitud hacia él o ella, con las proposiciones que le hagan o con las actividades a las que le inviten. No es que sean malos y no quieran que mejore, es que es la manera que tienen de relacionarse con él o ella y es a lo que están acostumbrados.
¿Y la solución cuál es?
Que los demás le pongan inconscientemente trabas a su cambio de comportamiento no quiere decir que este no pueda existir. Con determinación el estudiante puede acabar cambiando su actitud y, al cabo de un tiempo, también se modificará su manera de relacionarse y la manera que tengan los demás de relacionarse con él o ella. Habrá modificado su “etiqueta” y con ella todo lo que conlleva.
Pero ¿y si hacemos este cambio en verano? Si hacemos el proceso de cambio en verano nos ahorramos todos estos frenos que le pondrán sin querer sus propios compañeros de clase. Claro que seguirá viendo a algunos de sus amigos, pero en el verano los estudiantes no van al colegio y las actividades que realizan son distintas. Cambia el espacio, cambia el grupo, cambia todo. Por eso el verano es el momento ideal para cambiar de chip, para cambiar su “etiqueta” dentro del grupo y empezar así a poder mejorar su rendimiento académico o su comportamiento.
Cuando empiece el próximo curso es probable que aún algunos compañeros pretendan tratarle cómo el que era antes, pero el estudiante ya habrá tenido más tiempo para asimilar “su nuevo yo” y, como consecuencia, será mucho más difícil que alguien entorpezca el cambio.
Es por este motivo que en DESPEGAMOS aprovechamos los meses de julio y agosto para ayudar a los estudiantes con dificultades académicas o emocionales a cambiar el chip y a mejorar su vida escolar. Durante estos dos meses en nuestro centro realizamos el PROGRAMA PREPÁRATE, un programa de verano que ayuda a los estudiantes a empezar el siguiente curso de la mejor manera posible. Puedes ver más información sobre el PROGRAMA PREPÁRATE en este enlace:
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