La mayoría de las veces está en nuestras manos que nuestros hijos/as se comuniquen más y mejor con nosotros. En este post te explicamos las 4 herramientas esenciales para que lo consigas.
Son muchas las causas por las que un niño o un adolescente no se comunica lo suficiente con sus padres (no confía, no le apetece, no le motiva, no se siente escuchado...) Que tu hijo/a no se comunique, es una anomalía. Puede ser por muchos motivos, pero uno de los más frecuentes es mi actitud cómo madre o padre. Por suerte, tenemos modos de mejorar esta situación... pero la clave para conseguirlo no estará en presionar directamente a tu hijo/a para que se acerque a ti y te cuente cómo se siente y lo que le preocupa ya que, si lo haces así, lo más probable es que te rechace. El secreto está en cómo nos comportamos y qué hacemos y decimos nosotros cómo padres. (¡Eso quiere decir que la solución depende de nosotros! Genial, ¿no?) Pues vamos a ello... Por cierto, si te gustan estos consejos, o no te gustan, o tienes otros que consideras que pueden ayudar a otras personas, escribe un comentario al final del articulo para compartirlo con todos nosotr@s. ¡Muchas gracias!
1) PRIMERO PLANTÉATE QUÉ ES LO QUE TÚ NECESITAS PARA EXPRESARTE A GUSTO CON OTRA PERSONA
Hazte estas preguntas... ¿Con qué personas te gusta hablar sobre tu vida y tus problemas? ¿Cómo se comportan estas personas? La mayoría de las personas queremos hablar alguien que nos escuche de verdad, que nos entienda, que le importe lo que le contamos, que no nos juzgue, que no nos critique, que quiera ayudarnos pero sin ir de superior y sin hacernos sentir mal... que nos dé el tiempo que necesitamos para expresarnos, que sepamos que no contará a otras personas nuestras intimidades, que no nos compare, que no minimice nuestras preocupaciones, que no lleve la conversación a su terreno, que no nos corte, que nos mire, que no esté todo el rato dando soluciones (A veces lo único que necesitamos es que nos escuchen, no que nos den soluciones)...
Ahora es tu turno:
1) Coge un papel y escribe una lista de las cosas que crees que necesitas para sentirte cómodo/a con la persona a la que le quieres explicar tus cosas.
2) Luego, marca de la lista que has hecho lo que consideras haces mal o que no tienes en cuenta cuando hablas con tu hijo/a.
Si has marcado más de la mitad, ya puedes ver por qué tu hijo/a no te cuenta las cosas.
Este es un ejercicio muy relevante, ya que en un momento nos puede enseñar un montón de pautas necesarias para mejorar la comunicación con nuestros hijos.
2) ANALIZA TU DÍA A DÍA DE LA SEMANA Y PIENSA... ¿EN QUÉ MOMENTOS DEL DÍA PODÉIS HABLAR Y CÓMO SON ESTOS MOMENTOS?
Vivimos en una sociedad muy ajetreada y el trabajo y las obligaciones nos ocupan la mayor parte del tiempo e imposibilitan que pasemos tiempo de calidad con los nuestros. Por eso, si paras un momento y piensas en tu horario de cada día y de cada semana te darás cuenta de cuando coincidís y las actividades que hacéis.
Piensa en todas las actividades: Trabajo, deporte, cenar, tele, dormir... fíjate que quizás no existe ningún espacio para hablar de verdad, y si lo hay, ¿cómo es...? ¿Estáis con la TV puesta o discutiendo sobre las tareas que todavía no se han hecho? También es posible que solo existan conversaciones asistenciales (¿Qué quieres para comer?, acuérdate de esto, te llevo al cole, tienes que hacer esto...)
Tu turno:
1) Haz un horario con las horas de la semana y anota las actividades que estás haciendo normalmente en cada hora. Céntrate en ti mismo/a. No en lo que hace tu hijo/a... ¿Cuántos momentos estás o podrías estar con tu hijo/a?
2) Luego, en las que coincidas con tus hijos, determina su calidad o su posibilidad para poder hablar con ellos.
Quizás descubras que hace años que no existen estos momentos o que es imposible que sean de calidad. Si esto es así, es normal que tu hijo/a no se comunique.
En caso de que no existan, deberás buscar la manera de que existan. Quizás deberás disminuir tu exigencia con la faena o eliminar algunas actividades que consuman ese tiempo necesario. De este modo esos espacios existirán, que es el primer paso para poderlos usar adecuadamente, que existan.
3) ANALIZA CÓMO ERES TU MISMO/A
Cuando hablamos de este tema con las familias. Los padres describen a un niño que no se expresa, que se lo queda todo para él, que no sabes nunca lo que le pasa. Muchas veces cuando esto ocurre, sucede que el padre o la madre tampoco se expresan. Y luego le preguntamos a la madre por ejemplo si su marido se expresa, si es hermético. Casi siempre se acaba descubriendo que el padre o la madre, en esencia, hacen exactamente lo mismo que el hijo/a... Esto refleja la idea transversal del trabajo que hacemos con las familias de que el niño en última instancia le hará de espejo a los padres para que tomemos consciencia y podamos rectificar y modificar nuestra conducta...
Además, si tu no le cuentas nada a tu hijo/a es lógico que él o ella tampoco te expliquen nada. Muchas veces no nos comunicamos con nuestros hijos. Obviamente no puedes contárselo todo, pero si que puedes contarle muchas cosas. ¿Te conoce cómo persona? ¿Conoce tus miedos, tus problemas, tus gustos y motivaciones...?
Este es el ejercicio:
1) Describe cómo te expresas. ¿Eres desconfiado con relación a cómo actuarán los demás? ¿Qué relación tienes tú con la habilidad o el hecho de expresarte? ¿Te cuesta? ¿No te cuesta? ¿Con quién te abres y con quien no? ¿Qué necesidades comunicativas tienes? ¿Sobre qué temas te gusta o necesitas expresarte más a menudo?
2) Ahora haz una lista de temas o cosas que le has contado a tu hijo/a en las últimas semanas.
Este ejercicio sirve para darnos cuenta de que para que nuestro hijo/a se abra también deberemos hacerlo nosotros y contarle cosas sobre nosotros mismos que vayan más allá de lo básico o del día a día... Cuéntale qué te gusta hacer, qué no te gusta de tu trabajo, cómo conociste a su padre/madre... Cuéntale quién eres y cómo eres. Del mismo modo, cuando él o ella te hablen, interésate por saber cómo piensa y siente realmente tu hijo/a. A veces sabemos cosas de nuestro hijo (Qué hace y que le gusta, pero no sabemos cosas sobre cómo es o cómo piensa realmente.
4) NO PEDIR, SOLO OFRECER LAS OPORTUNIDADES
Cuando de repente nos damos cuenta de que no sabemos nada de nuestros hijos/as y queremos cambiar la situación y vamos y de repente le preguntamos cosas y le “obligamos” a abrirse y a expresarse ya suele ser demasiado tarde. El niño, niña o adolescente no suele responder como queremos y luego empezamos a juzgarlo y a criticarlo por no hacerlo...
Tenemos que tener clara la idea de que los padres no piden a los hijos/as. Los padres ofrecen cosas. ¿Quieres que tu hijo se comunique contigo? Comunícate antes tú con él. Apaga la tele. Revisa tu horario. Analiza cómo eres tú mismo/a cómo interlocutor y cómo te comunicas. Es objetivo siempre será el de generar espacios y momentos en los que estemos presentes realmente para que nuestros hijos/as puedan expresarse. Darles esta oportunidad, pero sin presionarles. Irles ofreciendo estos espacios y que sean ellos/as los que deciden si los aprovechan o no. Poco a poco, si seguimos las pautas anteriores, seguro que lo acaban haciendo.
UN EXTRA
A veces la situación se nos ha ido de las manos y cuesta mucho mejorarla. Es importante que sepas que en nuestra academia realizamos un curso para que los alumnos de primaria, eso y bachillerato recuperen su motivación por los estudios y sus ganas de relacionarse y de disfrutar con su entorno y con su familia. El próximo curso empezará el lunes 17 de agosto. Si tu hijo/a tiene problemas para comunicarse, falta de autoestima, desmotivación para los estudios o está triste o agobiado... te recomendamos informarte sobre el CURSO DE MOTIVACIÓN. Porque puede ayudaros a resolver esta situación y a empezar el próximo curso con muchas más ganas.
Marc Rojo Mestres
pedagogo especialista en rendimiento escolar
para adolescentes y acompañamiento familiar
Director del centro Despegamos
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